jueves, 21 de septiembre de 2023

Historia de la Pitahaya

La pitahaya, es un fruto con una historia sumamente interesante, comenzando por el hecho de que la palabra "pitahaya" es un termino vernáculo o común que se utiliza para referirse a los frutos producidos por varias especies de plantas, generalmente pertenecientes a la familia Cactaceae, es decir, cactus y cuyo sitio de origen es el continente americano (con la excepcion de la cactacea Rhipsalis baccifera que también se encuentra en África y Asia).
El fruto que conocemos como pitahaya proviene de plantas que pertenecen a los géneros botánicos Cereus, Stenocereus, Selenicereus. En este artículo, nos referiremos especificamente a las pitahayas de cáscara cáscara amarilla y roja que son ampliamente comercializadas y disponibles en el mercado.

Puesto de venta de fruta con mamoncillos, pitahaya
amarilla, pitahaya roja y zapote, Bogotá. Foto: J. Borbón.



Generalmente, se conoce la pitahaya de cáscara amarilla como procedente del género Selenicereus y la pitahaya de cáscara roja como del género Hylocereus, como se explicará a lo largo del artículo. Sin embargo, es importante destacar que en la actualidad, el género Hylocereus se ha integrado en el género Selenicereus (1). Los nombres de estos géneros nos proporcionan información sobre las plantas. En el caso de Hylocereus, proviene del griego "Hyle," que significa "de los bosques," y "cereus," que hace referencia a una vela o cera, como la de las abejas. Por otro lado, Selenicereus deriva de "Selene," que significa "luna," y "cereus" de "vela" como se mencionó anteriormente. Al momento de redactar este artículo, el género Selenicereus, que incluye a la pitahaya amarilla y roja, consta de 30 especies y 6 subespecies (2).

El nombre "pitahaya" tiene sus raíces en la lengua taína de las Antillas y hace referencia a fruta escamosa (3). Además, la pitahaya es conocida por otros nombres como pitaya, pita haya y pitajaya. En regiones como Caldas (Colombia), se la conoce como "cacto" (4), mientras que en el idioma Náhuatl, hablado en México y Centroamérica, se le llama Cuauhnochtli, Teonochtli o Nochtli (3). En la lengua maya, recibe nombres como Chacam, chacwob, Uo, Uob, Wab, Wob, Zacam, Zaconib, entre otros, que hacen referencia a frutos de diversas cactáceas (5).

Dentro del uso tradicional de la pitahaya por las poblaciones nativas, se ha registrado que esta fruta ha desempeñado un papel importante en la dieta. Por ejemplo, los Seris de Sonora (México), secaban y almacenaban los frutos para su posterior consumo, separando y consumiendo las semillas, además, consumían los pétalos de las flores. Por otro lado, los Nahuas (también en México) consideraban el fruto de la pitahaya como un "alimento y regalo" con el cual preparaban una bebida a la que añadían mezcal y ofrecían a los invitados de su pueblo y comunidades vecinas. También se ha registrado que los californianos hacían harina a partir de las semillas tostadas para consumirla en invierno (3). Además, el jugo de la pitahaya se utilizaba para hacer tinta con la que colorear otros alimentos, escribir y pintar (6), mientras que las espinas de la planta se empleaban como agujas y alfileres (7). Además, los cactus de los que provienen las pitahayas a menudo se utilizan como cercas vivas en diversas ubicaciones. En resumen, la pitahaya ha tenido un uso alimentario tradicional en sus regiones de distribución natural, que abarca desde Perú hasta México, pasando por el norte de Sudamérica y toda Centroamérica (8).

Con la llegada de los europeos al continente americano, encontramos menciones tempranas de la pitahaya en uno de los primeros escritos que describen las plantas de las Indias, en el cual Pedro Mártir de Anglería la describe como "su fruto es grande como la manzana y colorado por dentro y por fuera" (9), cabe mencionar que el cronista nunca estuvo en América, sino que tenía acceso a los navegantes europeos que comenzaban a explorar estas tierras.

Luego del encuentro de los dos mundos, durante la empresa de la conquista por parte de los españoles, las plantas desconocidas fueron impactantes, siendo las cactaceas unas que causaron terror con sus formas extrañas, contorsionadas y espinosas, sus historias cuentan de "árboles monstruosos", "fantasmas de las selvas" y "erizos de los montes" (6), varias de estas plantas espinosas fueron llamadas cardos dificultando su seguimiento historico, incluso la bromelia de la piña fue llamada cardo por Oviedo (10) quien menciona que al consumir algunos frutos provenientes de unos cardos hicieron cambiar el color de su orina y le generaron gran angustia al hacer pensar que habia caido enfermo, hasta que el español Andres Niño le avisa que es un efecto del consumo de dichos frutos, aunque en este caso hacia referencia a frutos de la tuna (6, 10).

Sin embargo, durante la época de la conquista por parte de los españoles, las plantas desconocidas, como las cactáceas, causaron asombro y, en algunos casos, incluso terror debido a sus formas extrañas, contorsionadas y espinosas. Se les atribuyeron nombres como "árboles monstruosos," "fantasmas de las selvas" y "erizos de los montes" (6). Muchas de estas plantas espinosas fueron catalogadas como "cardos," lo que dificultó su seguimiento histórico. Incluso la bromelia de la piña fue denominada como "cardo" por Oviedo (10), quien mencionó que al consumir los frutos de algunos de estos "cardos," experimentó un cambio en el color de su orina y una gran angustia, creyendo que estaba enfermo. Fue solo gracias a un español llamado Andrés Niño que Oviedo descubrió que estos efectos eran resultado del consumo de frutos de la tuna, otro tipo de cactus (6, 10).

Pitahaya, Oviedo 1535. Tomado de 
Olaya, 1991 (6).

Fernández de Oviedo también nos brinda la primera ilustración de la pitahaya en el año 1535 (6, 11). En esta representación, podemos apreciar la planta con sus espinas y su fruto, caracterizado por sus "escamas." Posteriormente, el español Cieza de León, en su relato de 1539 al pasar por la Provincia de Arma, cerca de Anserma en Caldas, Colombia, menciona que encontró pitahayas de color morado cuyo consumo teñía de rojo la orina (12), lo cual coincide con lo mencionado previamente por Oviedo.

Hacia el año 1651, el médico español Francisco Hernández menciona que en Nueva España (México) se utilizaban siete especies de tunas o nochtli, diferenciadas por el color de sus flores y su pulpa. De una de estas tunas se extraía una goma que se mezclaba con la fruta de la pitahaya para tratar las fiebres biliosas y pestilentes (13). Con el transcurso de varias expediciones, los españoles comenzaron a darse cuenta de la amplia diversidad de pitahayas que se encontraban desde California hasta Chile, lo que lleva a diferenciar los diversos tipos de cactus, como lo mencionó Bernabé Cobo en 1653, en un intento de establecer una primera clasificación de estos frutos (7).

"En todas estas Indias, así en temples fríos como calientes, nace un linaje de plantas que generalm ente los españoles llaman cardones, el cual nombre abraza muchas especies dellos... Las frutas que llevan muchos géneros destas matas son muy parecidas entre sí en la sustancia, sabor y efectos, si bien discrepan en el tamaño, color y hechura. Redúcese su variedad a dos géneros, que comprendemos con dos nombres comunes tomados ambos de la lengua de los indios de la isla Española (República Dominicana), que son, tuna, el uno y el otro, pitahaya."

También destaca la diferencia en la morfología de estas plantas en comparación con las europeas y profundiza en el tema de las tunas (7). Unos años después, en 1690, en Amatitlán (Guatemala), Fuentes y Guzmán ofrece una descripción de la diversidad de frutales y plantas útiles locales, incluyendo la pitahaya, y complementa su relato con una ilustración de esta fruta (14).

Arriba, fruto de Pytahaya con escamas creciendo sobre un cladodio
Abajo, como se ve partida mostrando la semillas del fruto. 
Fuentes y Guzman, 1690. Recordación Florida.
Cortesía de AGCA Archivo General de Centro América.

Llegamos al siglo XVIII, un periodo en el que la clasificación taxonómica de las plantas comenzó a basarse en las características de sus flores, gracias a la publicación de "Species Plantarum" por Carlos Linneo. Fue en 1760 cuando la pitahaya hizo su primera aparición en el contexto de la taxonomía botánica, específicamente en el libro de especies americanas llamado Enumeratio Systematica Plantarum de Nikolaus Jacquin donde se la clasificó como Cactus pitajaya (15). Dos años después, el mismo autor, hizo referencia a dos especies de cactus que producían pitahayas, uno de ellos tenía un porte erecto y se avistó en Cartagena de Indias, mientras que el otro crecía de manera rastrera, trepando sobre árboles o creciendo en lo alto de rocas, este último tenía frutos de mayor tamaño, con cáscara roja, rodeados de "hojas" y con pulpa blanca (15.A). Esta planta era común en la isla de San Eustaquio (Caribe Neerlandés), y es la pitahaya a la que nos referimos en este artículo.

Ilustraciones del fruto del Cactus triangularis foliosus 
N. Jacquin. 1763 derecha y 1780 izquierda. (15A y 15B)

A pesar de que ya se había establecido una diferenciación entre la pitahaya y el tuno, la palabra "pitahaya" seguía abarcando frutos de cactáceas, ya fueran de porte erecto o rastrero, como se puede observar en descripciones de la planta, como la encontrada en el diccionario de Antonio de Alcedo en 1789 (16) donde se hacía referencia a Cactus pitahaya, aunque esta especie no era rastrera sino de porte erecto como cirios histriados, lo que posiblemente se refería a la especie Cereus fernambucensis subsp. fernambucensis (2).
Por otro lado, durante las expediciones botánicas en América, en la expedición dirigida por el español Martín Sessé entre 1787 y 1803, se elaboraron bellas láminas de la planta de la pitahaya en el territorio de la Nueva España (México). 

Hylocereus undatus. Torner Collection of Sessé and Mociño Biological
 Illustrations, courtesy of the Hunt Institute for Botanical
 Documentation, Carnegie Mellon University, Pittsburgh, Pa. (17)

Durante los siglos XVIII y el inicio del XIX, la pitahaya fue introducida en los jardines botánicos europeos, en particular en los invernaderos de Inglaterra (18). Uno de los ejemplos notables es la pitahaya Selenicereus grandiflorus, sinónimo de Cactus grandiflorus, la cual fue descrita e ilustrada por el inglés Henry Andrews entre los años 1797 y 1811. Andrews tomó como modelo una planta que creció en un invernadero en Londres y señaló que esta especie abre sus flores durante la noche, perfumando el aire nocturno de manera notable (19).

Cactus grandiflorus - Cereus de flores grandes. Andrews (19).

Una vez los paises de América pasan por los procesos de independencia, reciben a viajeros europeos o estadounidenses, quienes registraron en sus diarios de viaje las maravillas de la flora y fauna de estas tierras. En estos relatos se encuentran menciones sobre la pitahaya en el territorio de Colombia. Por ejemplo, en 1824, en Bolo (Valle del Cauca), el británico J. P. Hamilton conoció al doctor Soto, quien mantenía un jardín con plantas útiles del cual mencionó la pitahaya, destacando que utilizaba las semillas de esta planta como laxante (20). En 1836, el británico Charles Empson mencionó el delicioso sabor de la pitaya Cactus Pitahaya, que "nace" sobre paredes, tejados y ramas de árboles. También hizo referencia a la pulpa encarnada y cómo esta afecta el color de la orina, similar a lo señalado por los primeros exploradores españoles en América (21).

Hacia mediados del siglo XIX, el estadounidense Isac Holton mencionó que probó la pitahaya amarilla en el Valle del Cauca, destacando su sabor superior en comparación con la pitahaya descrita por Jacquin, la de cáscara roja (22). Para el año 1871, el español Gutierrez del Alba (23) mencionó y dibujó la pitahaya roja en Peñalisa, cerca de Girardot (Cundinamarca), dejando constancia de su presencia en la región. 

Pita haya Cactus triangularis 1871. Jose M. Gutierrez (23)

Mientras tanto, a nivel internacional, la pitahaya no atrajo particular atención, a pesar de que sus esquejes sobrevivían fácilmente a los viajes marítimos y se adaptaban a regiones cálidas con disponibilidad limitada de agua. Sin embargo, la pitahaya continuó propagándose. Aparentemente, la pitahaya roja fue introducida en Vietnam por los franceses a finales del siglo XIX, y en la actualidad se considera una planta autóctona (24) donde la fruta se conoce como "thanh long," que se traduce como "dragón," un nombre que contribuyó a despertar el interés en la "fruta del dragón" o "dragonfruit." En el futuro, Vietnam se convertiría en uno de los principales productores y exportadores de pitahaya en el mundo.

Regresando al siglo XX, entre 1919 y 1923, se llevó a cabo uno de los estudios más significativos sobre las cactáceas por parte de los estadounidenses Nathaniel Britton y Joseph Rose. En cuatro volúmenes publicados, describieron e ilustraron las especies de cactus. En el segundo volumen, se abordaron los géneros de las pitahayas Hylocereus y Selenicereus, los cuales se diferenciaban principalmente por la presencia de escamas foliáceas, así como por la existencia de espinas y vellosidades en las axilas del fruto y la flor (25). Esta distinción entre especies fue ampliamente aceptada durante casi un siglo.

Diferentes pitahayas pintadas posiblemte por la inglesa Mary Emily Eaton
para Britton y Rose en 1920 (25).

Regresando al territorio colombiano, en 1978, Enrique Pérez Árbelaez menciona las pitahayas amarillas y rojas, destacando la gran diversidad de nombres botánicos para ambas variedades mientras señala algunos sinónimos. Pérez resalta que la pitahaya amarilla se cultivaba a partir de semillas o esquejes en el Tolima, Valle y Cundinamarca. También menciona brevemente la pitahaya roja, aunque indica que existen especies insípidas (26). En Colombia, el cultivo de la pitahaya amarilla comenzó en la década de 1980, impulsado por el interés de expertos japoneses en muestras obtenidas de un cultivo comercial en el Valle del Cauca. Posteriormente, la Federación de Cafeteros promovió su cultivo, lo que aumentó el interés en el cultivo de esta fruta. Inicialmente, la pitahaya amarilla colombiana fue exportada a Japón, hasta que la aparición de larvas de la mosca Anastrepha fraterculus Wiedemann frustró el mercado japonés, dejando el mercado europeo y local como principales destinos para la pitahaya amarilla colombiana (18).

A finales de los años 90, el cultivo de la pitahaya se introdujo en Ecuador desde Colombia, específicamente en el nororiente de Pichincha. Sin embargo, en la provincia de Morona Santiago, en la amazonía ecuatoriana, ya se cultivaba la pitahaya (27). Es en esta región donde se desarrolla la pitahaya ecuatoriana o "pitahaya de Palora", un fruto reconocido por su color amarillo, mayor tamaño, forma más redondeada y mayor peso en comparación con la pitahaya colombiana. La pitahaya de Palora ha obtenido una denominación de origen (28), y en la sede administrativa de Palora se erigió una escultura en honor a esta planta debido a su importancia para la economía local. Sin embargo, se ha planteado la cuestión de la sostenibilidad del sistema productivo actual, ya que su expansión amenaza la conservación de la amazonía ecuatoriana (29).

Escultura pitahaya en Palora.
Cortesia de habitante local.

Pitahaya colombiana en cajitas, presentacion 
para exportación. Foto: J. Borbón.

En el 2017, se llevó a cabo una investigación con el objetivo de comprender la historia evolutiva del clado Hylocereeae, donde se determinó que este clado procedía de un ancestro común, sin embargo, encontrarón que el género Hylocereus no era monofilético, es decir, las especies de este género no procedía de un ancestro común, por lo cual este género desapareció y sus especies pasaron a formar parte de otros géneros del clado, los géneros Acanthocereus, Kimnachia Selenicereus (1) es por este motivo, que esta articulo he buscado referirme a la pitahaya con su nombre aceptado y no usar el Hylocereus tanto para pitahayas amarillas como pitahayas rojas.

La pitahaya ha experimentado una transformación notable en las últimas tres décadas. Hace treinta años, era una fruta relativamente desconocida, pero en la actualidad ha ganado una gran popularidad y ha ocupado un espacio en constante crecimiento en los mercados de frutas exóticas, así como en los mercados locales de los países productores, como Vietnam, Malasia, Colombia, México, Costa Rica, Nicaragua y Perú. Además, se considera una especie promisoria en países como Australia, Israel, España y las Islas Reunión (30). En la actualidad, el mercado de la pitahaya está dominado por cinco variedades principales, que se detallan en la siguiente tabla (31):

Principales especies de pitahaya cultivadas comercialmente,
adaptado de Paull y Duarte, 2012.

Fotos de las pitahayas mas comunes, tomado de Ibrahim et al., 2018 (32)

En la actualidad, se han establecido colecciones de germoplasma que albergan diversas especies de pitahaya para fines de investigación. La colección más extensa se encuentra en California, mientras que en Colombia, estas colecciones se localizan en la Universidad Nacional de Colombia, sede Palmira (33).

El estudio de la pitahaya desempeña un papel crucial en la mejora de la tecnología aplicada a su cultivo y, en consecuencia, en la promoción de su sostenibilidad, al mismo tiempo que puede aumentar los ingresos de los agricultores. Una tecnología intrigante relacionada con la pitahaya es su respuesta a las variaciones en el fotoperiodo, lo que significa que la duración de la luz en un día afecta su comportamiento de floración. En este sentido, en el sudeste asiático se ha desarrollado una técnica que consiste en incrementar las horas de luz en los cultivos para manipular el momento de la floración y, por ende, el período de cosecha. Sin embargo, es importante destacar que no todas las variedades de pitahaya son sensibles a esta tecnología (34), en el caso de las pitahayas amarillas cultivadas en Colombia, se requiere mayor investigación dado que parecen ser poco sensibles a variaciones de las horas de luz.
Para una visualización más vívida de esta tecnología, invito al lector a buscar imágenes de cultivos de pitahaya con luces en el sudeste asiático, ya que debido a restricciones de derechos de autor, no puedo compartir dichas imágenes aquí. No obstante, puedo proporcionar una imagen satelital que muestra claramente las áreas de cultivo de pitahaya iluminadas cerca de la ciudad de Ho Chi Minh, Vietnam (35).
Luces de granjas de pitahaya cerca a Ho Chi Minh. 
cortesia de eol.jsc.nasa.gov/

En la actualidad, la pitahaya se cultiva en diversos países, siendo Tailandia y Vietnam los principales exportadores, con China como su destino principal. Por otro lado, países productores como Colombia, Ecuador, Perú y México exportan su producción principalmente a Europa y Estados Unidos (36).

Grafica con los países productores y su destino intermedio o final. Tomado de Tridge (36).

A medida que concluimos este artículo, es relevante destacar que se estan encontrando nuevos usos para la pitahaya, por ejemplo, se ha explorado la posibilidad de obtener un colorante magenta natural a partir de la pulpa de la pitahaya Selenicereus monacanthus o Hylocereus polyrhizus, que puede ser utilizado en la industria alimentaria debido a su estabilidad, facilidad de manejo y atractivo visual. Además, en China, se han comenzado a incorporar las flores de Selenicereus undatus en comidas y bebidas saludables, así como el consumo de sus semillas y brotes tiernos (37).

Flor de pitahaya en platos locales. Bawanghua.
https://www.ebay.com/itm/392887676832

La pitahaya se presenta como un frutal de gran interés para el futuro, no solo por su belleza natural y el desarrollo de nuevos híbridos con excelente sabor, sino también por su capacidad para utilizar eficientemente el agua durante su crecimiento y desarrollo, así como por sus propiedades nutracéuticas (37).

Me gustaría finalizar con la siguiente frase de Adolfo Rodríguez Canto (38):     

"La conservación, el mejoramiento y al diversificación de formas de aprovechamiento de las pitahayas son imprescindibles. Pero las miradas desde las artes plásticas, la historia y la literatura también son necesarias, además de placenteras; estas miradas igualmente pueden contribuir a hacer aún más patente la importancia de este recurso fitogenético"


Bibliografia
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